La actual crisis en el escenario internacional creada por la tragedia de Ucrania a manos de Rusia se desarrolla en un escenario mundial que recuerda a los enfrentamientos más graves con la Unión Soviética durante la Guerra Fría. La posesión de armas nucleares ha sido el mayor factor de complicación en la competencia entre ideologías radicalmente diferentes.
El trazado de líneas globales entre las democracias y los países que son o toleran inclinaciones y prácticas políticas autoritarias es más visible en las actividades diseñadas para aislar y presionar a Rusia para que respete la soberanía de Ucrania. Este proceso también ha servido para enmascarar las diferencias políticas internas dentro de cada uno de los países democráticos que están experimentando profundas divisiones relacionadas con temas como la inmigración, la raza y la economía que han causado otras cosas como el Brexit británico que describe su separación de la Unión Europea.
La historia nacional más importante en los Estados Unidos que es paralela a la exigencia ucraniana es la nominación del juez Ketanji Brown Jackson a la Corte Suprema de los Estados Unidos por parte de Biden. Su nombramiento sería histórico ya que es la primera mujer afroamericana en ocupar ese cargo.
El estira y afloja durante el proceso de confirmación del juez Brown Jackson en el Senado de los Estados Unidos parece típico de las profundas divisiones amplificadas por los partidos políticos que buscan avanzar o negar la nominación. Más importante aún es el seguimiento por parte del presidente Biden de su compromiso con la comunidad negra que comenzó con la selección de la vicepresidenta Kamala Harris como su compañera de fórmula para su exitosa elección a la Casa Blanca.
Ese compromiso fue moldeado en parte por la victoria de regreso del candidato Joe Biden en las primarias de Carolina del Sur diseñada por votantes negros y dirigida por el representante Jim Clyburn. Esto ha resultado en que los líderes políticos afroamericanos sientan que merecen un papel destacado en los asuntos del Partido Demócrata.
La nominación de la jueza Sotomayor por parte del presidente Obama en el 2009 es aún más histórica, ya que fue la primera mujer de color, la primera raza y la primera latina nombrada para la Corte Suprema. Al mismo tiempo, parece que Obama no podría haber buscado a un afroameri- cano para nominar, ya que podría parecer una exageración porque él mismo era una figura histórica como el primer afroamericano elegido para la presidencia.
La elección de Barack Obama sirvió para elevar aún más la prominencia de la comunidad negra en el Partido Demócrata. Esta prominencia, solidificada por su papel en el cambio radical de Biden, ha puesto a los afroamericanos en el asiento del conductor.
Los acontecimientos han creado la apariencia de una competencia entre negros y blancos al menos en los extremos de la vida política. El movimiento de derechos civiles de los negros presenta problemas de agravio como los presen- tados por Black Lives Matter, por un lado, y un control firme de los elementos progresistas del Partido Demócrata, por el otro. El ala extrema de la comunidad conservadora blanca también se ha embarcado en un movimiento de “derechos civiles” diseñado para mantener, lo que caracteriza como su cultura y raza, a cargo del país, así como mantener un control firme del Partido Republicano. Los Estados Unidos blancos y negros están demostrando la imagen de las divi- siones políticas que aquejan a nuestro país.
Por su diversidad, el mundo por el que navega la comunidad latina encuentra segmentos de su cuerpo en las alas tradicionales tanto del Partido Republicano como del Demócrata, así como en sus extremos. Sin embargo, en general, existe la sensación de que los latinos están más interesados en encontrar su propio camino hacia la clase media.
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