Por: Ernest Gurulé
En solo seis semanas, todo habrá terminado. No más anuncios de radio, televisión o Internet sobre las elecciones. Pero hasta entonces, habrá recordatorios diarios de que las elecciones intermedias están a la vuelta de la esquina. Y si bien el bombardeo de la campaña puede parecer casi un castigo, la elección decidirá todo, desde quién lo representará hasta la mejor manera de abordar los problemas locales, inclu- idas cosas como la creciente población de personas sin hogar.
El condado de Pueblo, el centro del tercer distrito del Congreso de Colorado, cubre tanto las llanuras orientales del estado como toda la vertiente occidental. Incluye casi treinta condados y es más grande que varios estados del este. Sus dos ejes urbanos son Pueblo y Grand Junction.
Cuando la planta siderúrgica de la ciudad estaba funcionando a toda máquina con una fuerte afiliación sindical, casi siempre se podía contar con que votaría por los demócratas. Esos fueron los días, pero ya terminaron, dijo el secretario y registrador del condado, Gilbert Ortiz. “La última vez que lo revisé, No afiliado era el partido más grande”, dijo. “Mucha (gente) no está de acuerdo con ambas partes”, dijo.
El bloque de votantes más grande de Pueblo ahora son los votantes no afiliados o independientes, seguidos por los demócratas y luego por los republicanos. Los no afiliados y los demócratas están separados por menos de 1500 votantes, aproximadamente 43 mil a poco más de 41 mil. Los republi- canos muestran aproximadamente 29 mil votantes.
El cambio del condado de azul a rojo no es un fenómeno repentino, dijo Ortiz. El condado sigue siendo de trabajadores, pero no tanto como para que Ronald Reagan o George Bush no puedan ganarlo. Tampoco es más un lugar donde los votantes hispanos sean un candado para los demócratas.
Y si bien es posible que los demócratas ya no sean el partido elegido, personas como el capitán retirado del Ejército, George Autobee, aún invierten su tiempo en enfatizar en todos los lugares que pueden votar, sin importar la afiliación partidista, sigue siendo impor- tante. Autobee encabeza el Proyecto de Registro de Votantes de Pueblo no partidista. Recientemente, pasó doce días seguidos junto con sus colegas en la Feria Estatal de Colorado inscribiendo personas para noviembre. Fue una batalla cuesta arriba.
“Es vital lo que hago”, dijo. “Las personas reli- giosas tienen su vocación, esta es la mía. Hago esto porque es la (pequeña ‘d’) forma democrática”. Si bien dijo que le hubiera gustado que más personas se inscribieran para votar (obtuvo menos de 70 durante los doce días de la feria), no obstante, plantó una semilla en la mente de muchas personas sobre su importancia.
Una razón dada por varias personas que no votan es su pérdida de fe en el sistema, un tema recurrente del que se hacen eco los líderes nacionales, incluido el ex presidente Trump, quien continúa diciendo que las elecciones del 2020 fueron robadas. Es una afirmación que Ortiz, un veterano de doce años en la Oficina del Secretario y Registrador, niega.
“Nadie está robando votos”, dijo. Ortiz mismo perdió su carrera primaria y servirá solo hasta enero, cuando su sucesor preste juramento. El argumento sobre las elecciones robadas, cree, no es más que un esfuerzo para evitar que “ciertas personas voten… haciéndolo más difícil”. “Nadie está tratando de arreglar las elecciones”.