El 2022 fue un año muy desafiante para todos. La mayor dificultad que enfrentaron las familias fue una ola inflacionaria que parece estar disminuyendo pero que, sin embargo, se sintió profundamente, especialmente en la tienda de comestibles.
La inflación a este grado no ha ocurrido durante décadas. La última vez que me sentí así fue durante la administración de Jimmy Carter. Recuerdo haber comprado un condominio justo antes de que los precios comenzaran a subir. El efecto de esa subida fue hacer que mi hipoteca fuera menos costosa ya que estaba pagando con dinero inflado.
Cosas como esta suceden debido a lo que decidimos hacer con nuestras vidas como individuos y como sociedad. Por ejemplo, al ver la realidad del COVID 19 devastando nuestro sistema económico, tomamos la decisión de inyectar billones de dólares en manos individuales e institucionales para gastar y mantener la viabilidad del mercado.
Al mismo tiempo, creamos los ingredientes para la inflación. En retrospectiva, habría sido más prudente haber respondido a la devastación de COVID 19 autorizando el financiamiento de infraestructura necesario más temprano que tarde y hacer un mejor uso de los recursos asignados.
En cierto sentido, los problemas más significativos los crean personas del sector público o de nuestra vida privada. Debido a que estos son problemas de personas, tienden a no tener soluciones permanentes.
En otras palabras, la mayoría de los problemas de las personas no se pueden resolver, solo gestionar. Esa es la visión que deberíamos tener en el futuro para no decepcionarnos con las “respuestas” que creamos.
El 2023 promete más de los mismos desafíos que hemos experimentado en el pasado con otros agregados aquí y allá. La preocupación más inmediata es la salud y el bienestar de nuestros miembros más jóvenes y mayores de la comunidad. Deberíamos tratar de mantener y mejorar el Seguro Social y Medicare para nuestros ancianos, así como los beneficios médicos para nuestros veteranos, ya que parece que enviamos constantemente soldados a la guerra en todo el mundo.
Nuestros niños también deben ser una prioridad, especialmente en el área de la atención médica y la mejora de los sistemas educativos de la primera infancia y K-12 que están muy deteriorados.
En segundo lugar, es necesario tomar más en serio y hacer todo lo posible para salvar nuestro clima. La tormenta previa a la Navidad que afectó a todo el país debería ser un recordatorio inmediato de que las cosas van a empeorar y que debemos estar preparados para cambiar las cosas lo antes posible.
En tercer lugar, las elecciones de mitad de período han vuelto a demostrar que una parte importante del Partido Republicano se ha vuelto en gran medida rebelde y está afectando a nuestro sistema político y, sobre todo, a nuestra democracia. Necesitamos trabajar para disminuir el poder del extremismo en ambos partidos políticos para que los enfoques de sentido común para la resolución y el manejo de problemas puedan ser efectivos.
En cuarto lugar, debemos aclararnos a nosotros mismos que Estados Unidos es el líder mundial y que debemos ejercer ese liderazgo por el bien del mundo en lugar de atrincherarnos y aislarnos, especialmente cuando más se necesita.
Ucrania es un ejemplo perfecto de esa responsabilidad. Bajo la administración anterior disminuimos la unidad de la OTAN y tuvimos que depender de inteligencia y diplomacia exhaustivas para reunir la alianza frente a la agresión rusa. Ucrania se ha convertido en un símbolo internacional del desafío de conservar la democracia amenazada por la tiranía.
Finalmente, deberíamos volver a aceptar la noción de que Estados Unidos es la “ciudad brillante en una colina”. Es fundamental seguir siendo el faro de la democracia.
Feliz Año Nuevo!
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