Mientras Rusia comienza su ofensiva de primavera y Ucrania se prepara para hacer lo mismo, la prisa por llevar tropas, municiones y equipo al frente está en marcha. Se informa que las pérdidas rusas se acercan a las 200 mil bajas y ha tenido que acudir a sus reservas para compensarlas.
Ucrania está pidiendo ayuda que incluye tanques de guerra pesados alemanes y estadounidenses, entre otras cosas. Ambos países saldrán de sus trincheras y se espera que continúe el derramamiento de sangre.
Al acecho en el fondo está la posible confrontación de Europa, Estados Unidos y Rusia por la asistencia de la OTAN a Ucrania. Además, la continuación de las fuertes pérdidas de la invasión rusa puede tentar a su liderazgo a usar armas nucleares en el campo de batalla y arriesgarse a un conflicto más mortífero que puede involucrar al mundo.
Este escenario potencial del fin del mundo es de lo que se trató la Guerra Fría. La amenaza de un intercambio nuclear siempre fue parte de esa circunstancia y fueron varias las veces que Estados Unidos y sus aliados llegaron al borde de la catástrofe con la Unión Soviética.
Las cosas cambiaron un poco con la caída de la Unión Soviética a finales del siglo XX. Sin embargo, una Rusia disminuida todavía tiene un vasto arsenal nuclear y continúa representando una amenaza para el mundo.
Aprendimos muchas lecciones militares de la Unión Soviética. Sin embargo, el poderío económico de los Estados Unidos combinado con la incapacidad soviética para competir en esa área condujo a su caída.
No es así cuando se trata de China. Aunque está bajo el régimen comunista, China es, sin embargo, un gigante económico en ciernes y una potencia militar en crecimiento.
El hecho es que China es fuerte en el comercio e intercambio, y eso hace posible que las economías de mercado libre mundial, incluido Estados Unidos, desarrollen una forma diferente de lidiar con esta relación adversaria. Una de las mejores iniciati- vas en el área fue el Acuerdo Transpacífico (TPP por sus siglas en inglés) negociado bajo la administración Obama y firmado en 2016.
El TPP organizó un bloque económico de 12 países de la costa del Pacífico, incluidos Australia, Brunei, Canadá, Chile, Japón, Malasia, México, Nueva Zelanda, Perú, Singapur, Vietnam y EE.UU. Propuso establecer las reglas para el comercio internacional en el Pacífico y Asia oriental y exigir a todos, incluidos los países no miembros como China, que sigan esas reglas y detengan las violaciones de cosas como los derechos de propiedad intelectual como parte de una relación comercial.
Esperando al margen para unirse también estaban Taiwán, Filipinas, Colombia, Tailandia, Indonesia, Bangladesh, India, Sri Lanka y Camboya. El bloque representó el 40 por ciento del PIB, por sus siglas en inglés, mundial y un tercio del comercio mundial.
El Senado de los Estados Unidos no llegó a ratificar el tratado porque el presidente Trump se retiró del acuerdo en el 2017. Pero se descubrió el camino para una rivalidad más saludable utilizando los negocios en lugar de la competencia militar y podría volver a hacerse.
El comercio mundial es el stock y el comercio de las economías de mercado como los Estados Unidos y los demás países desarrollados. Dada nuestra historia con el capitalismo y la libre empresa, este enfoque también nos beneficia.
Es hora de pensar en una dinámica diferente para llevarnos mejor como comunidad de naciones. El mundo está siendo amenazado por problemas graves que afectan a todas las personas y debemos pensar más en unirnos para enfrentar desafíos comunes.
Una forma de hacerlo es competir con las ideas, la creatividad y la producción de bienes y servicios para el mercado y no tratar de encontrar soluciones militares a los problemas. La competencia económica genuina con China proporciona un comienzo.
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