Podrías perdonar a Andrea Aragon de Pueblo si hacer una entrevista a primera hora por la mañana fuera demasiado. Y tendría una excusa legítima. Acaba de regresar de Hawaii. Pero dejar las cosas para otro día, no es la naturaleza de Aragon. Le gusta hacer las cosas ahora mismo y continuar a la siguiente tarea.
Aragon es la Directora Ejecutiva de la Robert Hoag Rawlings Foundation, nombrada por el publicador fallecido del periódico más grande del sur de Colorado, The Pueblo Chieftain. Claro, esa es una de las muchas cosas que hace la nativa de Rocky Ford en su ciudad adoptada.
Mantenerse ocupada, no solamente con su trabajo, pero con los muchos consejos y organizaciones que representa. Es quien es. Es solamente una pequeña exageración sugerir que el número de responsabilidades que tiene Aragon por la ciudad sea demasiado alto para nombrarlos todos, pero una lista parcial incluye papeles en los consejos Caring for Colorado, College Invest, US Bank Community Advisory Board, CSU- Pueblo President’s Advisory Board, Pueblo City/County Library Foundation. Sí. Demasiados para contar.
Su participación comunitaria al estilo “Conejo Energizer” es una de las razones por la que la Cámara de Comercio de Pueblo la nombró la recipiente del premio Rod Slyhoff, dado al Ciudadano(a) del Año.
Precediendo su posición en la fundación fueron los 17 años que pasó como presidente del United Way del Condado de Pueblo. Además Aragon fue la primera Directora Ejecutiva de la Cámara de Comercio Latina de Pueblo y trabajó por varios años en CSU-Pueblo en el Desarrollo de Egresados.
Su ética laboral infatigable la aprendió en su niñez en Rocky Ford. “Creo que simplemente tenía el deseo de ayudar a la gente,” dijo. Pero el camino que tomó no era el planeado. En la Universidad CSU-Pueblo, su meta era encontrar un trabajo frente a las cámaras en los noticieros. Pero esa meta se descarriló cuando ella “tenía que completar los requisitos de ciencias políticas.” Ella tomó una posición de pasante trabajando para un congresista de Colorado. Pero Washington, dijo, no le apetecía. Aparte de eso, una pesadilla real aceleró su regreso a Pueblo. Su padre había muerto en un accidente vehicular y, como única hija, ella pensaba que tenía que estar cerca de casa para su mamá. Pero entre las tinieblas, resplandecía la luz.
Había escuchado que la Cámara Latina buscaba a líderes. “Me dieron una entrevista por teléfono y me dieron el puesto,” dijo. Por medio de la Cámara Latina, las redes y relaciones, a ella se le reconocía como una persona que obtiene resultados. Dejó el puesto bien conocida y se movilizó.
Su puesto actual en la Foundation le permite extender el alcance de la misma a los pueblos distantes y por todo el San Luis Valley; en total 18 condados.
“Fundamos muchas áreas distintas,” dijo Aragon. La Foundation transfiere dinero a los pueblos que no siempre tienen el presupuesto para pagar las cosas que se pueden considerar superfluos. Cosas como proyectos de arte o parques para monopatines. La Foundation recientemente hizo una con- tribución grande al pueblo sureste de Bristol para convertir un edificio en pobre estado en un centro comunitario.
Pero dijo Aragon que uno de los dones más grandes de su trabajo en la Foundation es apartar dinero para subvenciones operativas. “Son fondos para cosas como guarderías y los que proveen el servicio de guardería,” dijo.
La Foundation tomó la decisión de premiar subvenciones que ayudarían a las comunidades con salarios para las personas que operan y trabajan en las guarderías. “No es cosa mala aportar un salario…hay que tener a quién realice la obra.”
Uno de los logros de Aragon que le da más orgullo fue el de proporcionar una mano en la planificación del Sendero de Pueblo River Walk. La comunidad, ella recuerda, no invertía en la estética de la ciudad y ella al igual de otros pensaba que deberían. “Logramos vender la idea,” y los votantes de la ciudad aprobaron. La llama una de las inversiones de Pueblo en la “calidad de vida.”
Su día rebosa de citas y por ende Aragon no limita la gratitud que muestra a su mamá y esposo. “Me siento muy bend- ecida,” dijo. “Hemos podido criar una familia increíble.” Uno de sus hijos asiste a la universidad en Pueblo y juega en el equipo de golf, otro está ingresado en una escuela médica en Iowa.
Aragon dice que su participación maratónica en asuntos civiles no es únicamente para ella y su familia. También es para Pueblo. Hay demasiadas perspectivas ajenas, dijo, que no cuadren con el Pueblo que ella conoce y ama.
“Quisiera tener mejor respuesta cuando la gente habla mal de Pueblo,” suspiró. Pero lo positivo de la ciudad vence por mucho lo negativo. “Tenemos desafíos,” dijo. Pero los desafíos de Pueblo no son diferentes a los que enfrentan otras ciudades. Pueblo, dice Aragon, es un lugar hermoso con una buena cali- dad de vida. “La gente que quiere (a Pueblo) dan lo mejor de sí mismo para hacerlo un lugar mejor para todos.”
La ceremonia para la Ciudadana del Año está pautada para el 26 de enero en el Pueblo Convention Center. Mientras el premio llevará su nombre, Aragon es modesta, al grado que el honor casi le causa vergüenza. “No siento que lo merezca,” dijo. “Hay tantas personas, maestros, enfermeras, gente que dan tanto de sí mismos.”
Mientras que el sendero de Aragon comenzara con el sueñode algún día llegar a ser una periodista, todo resultó bien para ella y su familia. Aunque no se haya convertido en la cara presentadora del noticiero nocturno, su premio ha sido mayor. En Pueblo se ha convertido en estrella.