Ahora que celebramos la semana dedicada a Martin Luther King, hay un elemento agregado de significado histórico a las aspiraciones de Afroamericanos en particular y gente de color en general. Parece que el modelo utilizado para alcanzar los derechos civiles para minorías ha estimulado un contramovimiento que va más allá de un esfuerzo para mantener el privilegio blanco y se enfoca en el tradicional dinamismo americano ofrecido por los inmigrantes.
El 12 de agosto 2017 una marcha dirigida por Neo-Nazis y supremacistas blancos en Charlottesville, Virginia quienes protestaban el derrumbe de un monumento a Robert E. Lee se enfrentó violentamente con marchistas en contra que llevó a la muerte de Heather Heyers quien fue atropellada por un vehículo guiado por uno de los supremacistas. El Presidente Trump fue criticado rotundamente por no conde- nar los actos de violencia racista por los perpetradores.
Durante la marcha de los Neo-Nazis, éstos repetían el refrán, “no nos reemplazarán.” Al principio yo pen- saba que se referían a los Judíos, lo cual me parecía raro.
Entonces me acordé de la novela de Jean Raspail, ‘El Campo de los Santos’ (1973) que narra “la destrucción de la Civilización Occidental por medio de la inmigración tercermundista a Francia” y el mundo Occidental. Hay también ‘El Gran Reemplazo’ (2011) por Jean Renaud Gabriel Camus lo cual da origen a la teoría “Gran Reemplazo” que ahora está de moda entre los extremistas derechistas.
La teoría ‘Gran Reemplazo’ mantiene que “la élite global está conspirando contra la población blanca de Europa para reemplazarlos con gente no Europea.” Cuando esta teoría se aplica en los Estados Unidos, habla de los latinos de manera real e inmediata ya que ellos son esos inmigrantes.
Tucker Carlson, que era el presentador más popular de Fox News antes de ser despedido, habla extensivamente de la noción que la inmigración cambia “la mezcla racial del país.” El propone que el concepto del Gran Reemplazo en los Estados Unidos se ve en “el reemplazo de americanos legados con gente obediente de países lejanos.”
Es esta teoría racista, proveniente del temor a perder la cultura y el control político, que está al centro de las divisiones en nuestro país y el razonamiento para muchos extremistas para que le den la espalda a la democracia y acepten la idea de un gobierno autocrático para que las cosas permanezcan como son. “Americanos legados están dispuestos a recibir la democracia siempre y cuando sean una mayoría.
La ironía es que los estudios muestran que en este país la tasa de natalidad no puede producir gentes suficientes para compensar los que fallecen. Lamentablemente, el color de los recién llegados a la par con la resistencia de nuestro líderes para crear una política inmigratoria organizada y comprensiva han hecho de la crisis inmigratorio en nuestras fronteras un juego político que usan nuestros líderes para buscar ventajas y asegurar favores.
América en particular y la Civilización Occidental en general están siendo probadas en formas que no tiene precedente. Las políticas internaciones del Occidente han sido la instrucción e inculcación de los valores democráticos en el mundo subdesarrollado. Una marca de progreso siempre has sido la distancia entre una dictadura y las instituciones democráticas. En muchos casos estas democracias infantes son pobladas por gente de color que miran a los Estados Unidos como el foro de libertado y modelo a seguir. Que haya grupos extremistas que inculquen preferencias raciales y étnicas como base de inclusión muestra una naturaleza decadente que ya no amerita reverencia.
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