Yo era un piloto joven de la fuerza aérea en Alemania cuando tuve la oportunidad de ver a Sean Connery en la primera de sus películas del espía 007 “Dr. No” (1962), la cual me encendió el apetito para ese actor que hacía cosas aventuradas y exóticas en lugares internacionales.
Para mí en ese entonces, ir a las películas en la base era una actividad que me permitía ver muchas de las grandes películas producidas en esa década. Antes de que fuera a casa, tuve la oportunidad de ver también “Desde Rusia con Amor” (1963) y admirar las habilidades como actor de Connery, quien llegó a ser un ícono fuera de la pantalla.
La serie de 007 con Sean Connery como estrella continuó con “James Bond contra Goldfinger” (1964), “Operación Trueno” (1965), “007: Solo se vive dos veces” (1967), “Diamantes para la eternidad” (1971) y “Nunca digas nunca jamás” (1983). Uno de los aspectos intrigantes de las películas fue la designación de 007.
La etiqueta 007 le daba al protagonista la licencia a matar como parte de su servicio al imperio británico. La idea de asesinar a sus enemigos sin cargos ni prosecución es un concepto intrigante.
Como las películas de 007, Donald Trump reclama el mismo poder como parte del papel de Presidente de los Estados Unidos. Parece que ser culpable de otros “crímenes mayores y menores” tales como insurrección y fraude mientras estaba al mando no es suficiente.
Él quiere agregar también el asesinato a su portafolio. La noción expresada de hecho comenzó como parte de un acto político durante su campaña presidencial exitosa del 2016 cuando dijo, “yo podría pararme en medio de la quinta avenida y asesinar a un persona sin perder votos.”
Ahora el argumento de inmunidad de Trump mientras es presidente cubre también los asesinatos reales de sus oponentes políticos entre otros. De hecho, su abogado argumentó que el presidente debe tener la autoridad de enviar a agentes del cuerpo naval US Navy SEAL para asesinar a personas.
Este tipo de poder absoluto sigue el estilo de los dictadores que utilizan el asesinato como herramienta conveniente para mantener el poder. Un ejemplo de esta práctica siniestra lo emplea actualmente el Presidente Putin de Rusia cuyos oponentes políticos terminan envenenados y se caen de balcones.
Hay muchas películas narco actualmente de bajos presupuestos que veo en la tele en español. Son producciones que parecen pasar la cantidad mínima en la compra y venta del producto. En su mayoría se tratan de las familias que manejan el negocio y las peleas de control para territorios que llaman plazas. Las escenas de acción que estas películas enseñan son las balaceras de venganza y lo que llaman ajuste de cuentas, una especie atar cabos.
Se me ocurre que este es el mundo político y cultural que el expresidente Trump intenta modelar y vender al público americano en su campaña para un segundo giro presidencial. La ironía es que nuestras fronteras sureñas están repletas de refugiados de otros países que se están huyendo de esas repúblicas bananeras con dictadores que quieren usar su gente como sirvientes de sus deseos.
Donald Trump tenía la oportunidad de coger un arma y defender nuestro estilo de vida en Vietnam. Rechazó ese servicio a su país. Ahora insiste que esa autoridad puede matar a sus enemigos personales. Eso es más como un don mafioso que 007.
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