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El jurado, no Trump, determinará la suerte del expresidente y ahora esperamos…

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La suerte de Donald Trump ahora depende del juicio de otros, un jurado de sus pares. No conocido por sus modales o la habilidad de controlar sus emociones, el expresidente se tiene que limitar mantenerse callado mientras un retrato del poder perdido se pinta figurativamente en el lienzo de un tribunal en Nueva York.

Nada ejemplifica la frustración de Trump más que el testimonio de su ex representante legal Michael Cohen, de quien recibía consejos legales y protección contra sus contrincantes. La semana pasado Cohen contestaba preguntas del estado seguidas por varias horas de interrogación por parte del abogado de Trump, Todd Blanche.

El érase una vez ‘hombre más poderoso del mundo,’ se halla en el último lugar que se hubiera imaginado. Durante los próximos días, Trump estará maniatado, su suerte yace en las manos de un jurado desconocido en un tribunal de Nueva York. Adicionalmente, el juicio final vendrá por parte de un juez que Trump ha denigrado repetidamente. El juez es Juan Merchan, hijo de inmigrantes colombianos. Trump también ha criticado a la hija del juez Merchan. Ella no tiene conexiones con el caso, pero ha recaudado fondos para candidatos demócratas. Trump la ha acusado de ser una operativa demócrata.

Trump escuchaba la lista de crímenes de los que está acusado mientras ex colega y consejero personal Michael Cohen daba testimonio. Su juicio, llevado a cabo en un tribunal parecido al set de un programa televisivo, ha dominado los titulares. No es de sorprender siendo Trump el primer Presidente de los Estados Unidos de enfrentar un juicio criminal.

Desde el 15 de abril, Trump ha estado bajo juicio enfrentando 34 felonías de infringir las leyes estatales de Nueva York entre ellas la falsificación de registros comerciales “con el fin de defraudar, cometer otro crimen y esconder documentos relacionados con el mismo.” Además, se ha presenciado el testimonio de la ex portavoz de la Casa Blanca y amiga familiar, Hope Hicks. Su testimonio tampoco favorecía el expresidente.

Cohen, quien ya ha servido tiempo de cárcel por mentir al Congreso federal, aguantó varias horas de interrogación por Blanche, cuyo tono oscilaba entre uno de conversación y de confrontación. Pero Cohen se aferró al consejo de su abogado y mantuvo la calma, siendo diplomático en sus respuestas.

Trump y su equipo legal argumentan que los alegados crímenes son una farsa, una de sus defensas comunes también empleada por su séquito. El profesor de leyes de la Universidad de Denver, Ian Farrell, no está de acuerdo. Los alegados crímenes, como implican los cargos, influenciaron las elecciones presidenciales del 2016.

“Obviamente hay evidencia en la ley de Nueva York,” dijo Farrell. “Los cargos están relacionados con los docu- mentos fraudulentos…llega al nivel de felonía sin el fraude se emplea para encubrir otros crímenes.” El alegado crimen es influenciar una elección.

En el epicentro del caso contra Trump está la paga de 130 mil dólares para callar a la actriz porno y directora, Stormy Daniels, con quien Trump alegadamente tuvo un encuentro sexual. Trump niega haber conocido a Daniels, a pesar de que tanto el testimonio de Cohen como el de Daniels muestran lo contrario. Además insiste que la paga de 130 mil fue para servicios legales y nada más.

David Pecker, hace años un amigo de Trump y previamente director ejecutivo del tabloide National Enquirer, testificó que él y Trump se las habían arreglado para enterrar la nota de su alegado encuentro con Daniels. Los dos también previnieron que otro encuentro sexual de Trump, esta vez con la modelo de Playboy Karen McDougal, saliera en los tabloides.

No se publicó la noticia de McDougal gracias a la técnica ‘atrapar y matar’, es decir pagar por los derechos a la noticia sin el intento de publicarla. Una vez Playmate del Año, McDougal dice que Pecker ofreció pagarle 150 mil dólares por la nota y prometió que ella pudiera escribir notas de salud en otras publicaciones. No se guardó la promesa.

Trump niega las acusaciones y dice que el dinero pagado a Daniels fue para prevenir daño a su familia. El testimonio de Cohen contradice esa excusa. Cohen dijo que la esposa de Trump, Melania, nunca fue tema de conversación. El jurado, dijo Farrell, tiene que decidir qué le motivaba a Trump, “su familia or las elecciones presidenciales.”

Mientras mucho se ha dicho de los testimonios escandalosos, hay momentos fascinantes que han tenido lugar en este juicio histórico. Entre ellos están las ocasiones que ya cuentan diez, en que el juez Merchan ha tenido que silenciar a Trump debido a su comportamiento en el tribunal. Cada censura lleva una multa de mil dólares a la par con una amonestación severa para Trump y sus abogados. Incluso se ha amonestado “encarcelamiento.” Desde entonces, Trump ha mitigado la teatralidad.

Sin embargo el decoro empleado por Trump durante el juicio ha consistido en mirar con intensidad a los testigos y exclamar en voz baja. También se ha quejado de ser, “bajo censura,” y referido al juez Merchan con términos denigrantes. En lugar de amonestar a Trump por su comportamiento en frente del jurado, Merchan ha cautelosamente aconsejado al equipo jurídico del expresidente a tomar las riendas de su cliente.

Trump ha utilizado los recesos del juicio para dar a conocer sus frustraciones. Un testigo agregó que vio a Trump escribir comentarios para seguidores a find que los den a conocer en público.

Esos seguidores incluyen a representantes federales – todos con el atuendo del presidente de traje azul y corbata roja – que se han marginado de sus deberes como representantes para hacer el peregrinaje a Nueva York y mostrar su fe en Trump o – como acusan algunos – hacer audiciones para puestos en el gabinete de Trump si llegara a ganar las elecciones del 2024. Entre ellos está la congresista de Colorado Lauren Boebert.

Farrell dijo que la presencia de representantes federales puede constituir una forma de intimidación. El jurado está tomando nota.

“La presencia de esas perso- nas poderosas puede afectar (al jurado).” Agregó Farrell que el desfile de figuras poderosas también puede causar el efecto contrario.

“Depende de lo que uno opine de esas personas. Algunas tiene su respeto, otras no.”

La líder republicana de la legislatura de Colorado, Norma Anderson, cuyo nombre está siempre enlazado con el caso en la Corte Suprema Trump v. Anderson, ha mirado y seguido el juicio en Nueva York. El juicio de Anderson tenía que ver con el nombre de Trump en las boletas electorales de Colorado. Ya jubilada, la republicana de Lakewood, conocida por su bipartidismo, dice que lo que ve ahora es estresante.

“Me preocupa nuestra democracia y el futuro de nuestro país,” dijo Anderson. El juicio de Trump, dice, es una señal que todo “va en dirección contraria.” Ella también se percató de la fila de seguidores electos de Trump. “Es usted un representante electo,” dijo con una voz animada. “Representa a la gente, no a una persona.”

Preguntada por la posibilidad de veredicto culpable, Anderson dijo que es difícil concebir que hallen culpable a un presidente de los Estados Unidos para dejarlo volver a la misma oficina. “Nadie debe ocupar un oficio, cualquier oficio, con una convicción. Tenemos leyes que ni siquiera permiten a los criminales votar y vas a dejar que uno ocupe el oficio de presidente.”

Un veredicto de inocente, sin embargo, no implica una victoria para Trump. Sus infracciones de la censura, dijo Farrell, bien pueden resultar en que el juez Merchan depare una sentencia de cárcel. Las probabilidades de que eso suceda, sin embargo, son pocas.

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