“El 28 de marzo, 193, después de asesinar al Emperador previo, la Guardia Pretoriana (la del Emperador) realizó una subasta para ver quién compraría el Imperio.” El ganador fue Marcus Didius Severus Julianus quien pagó 28 millones 125 mil dracma para el privilegio.
El Imperio Romano Occidental duró oficialmente hasta el año 476 cuando un alemán llamado Odoacer tomó control y dictaminó su destrucción completa. El fin oficial se graba como tal, pero el punto límite ocurrió 283 años antes cuando el autoritarismo transaccional ya había comenzado a llevar al imperio a su fin.
La noción de la democracia establecida por los griegos y seguida por los romanos se desvaneció. Las presiones políticas constantes para guerras y conquistas condujeron a unos “atajos” que descarrilaron el imperio.
Los Estados Unidos también están en un punto límite. Se ven amenazados por un túnel de tinieblas creado por la mentalidad arquetípica de mantener el estatus quo. Esa mentalidad amenaza la democracia porque muchos estadounidenses no quieren progresar más allá de lo que ya se ha logrado.
En la era romana, cuando la comunidad presentía una amenaza, los líderes elegían a un dictador con poder absoluto para una duración designada. Aunque esto a corto plazo resolvía su problema, eventualmente provocó que se volviera común un sistema gubernamental de dictadura imperial.
En nuestra época moderna, el comunismo en términos prácticos es una dictadura de pocos que esboza principios democráticos pero rige como un absoluto. Durante la guerra fría, era el senador republicano de Wisconsin Joseph McCarthy que tomó una posición extremista contra lo que él pensaba eran comunistas que había infiltrado el gobierno estadounidense desde los años 50s.
El Presidente Putin de Rusia desarrolló sus habilidades autoritarias como comunista de la Unión Soviética y las puso en marcha para tomar el mando de Rusia. Es irónico que miembros del mismo partido republicano que estaba al mando de la lucha contra el comunismo ahora se alinea con un hombre que ayudó a facilitar el trabajo de ese sistema.
Como era en la época romana el lado transaccional de “comprar el poder de un país” se halla en el portafolio del liderazgo republicano. Hay reportes creíbles que el expresidente Trump tuvo una reunión en su club de Mar-a-lago en abril con los ejecutivos de Exxon Mobil, Chevron, ConocoPhillips y Continental Resources y les pidió que juntaran un billón de dólares de donativos para la campaña Trump.
Uno podría decir que es normal en la política que un candidato venda el futuro del país a cambio de inflar sus intereses propios. Sin embargo ofrecer extender hasta el 2025 el beneficio de impuestos del 2017 para el 1 por ciento más rico del país y menos reglamentos en la fabricación de petróleo para que la industria pueda contaminar sin necesidad nuestro medioambiente, son temas serios.
En la gran pantalla de nuestra historia, estos temas son sintomáticos de una civilización dominante que se marchita. La decadencia ocurre en el último segmento del ciclo de vida.
El ciclo de la Civilización Occidental que comenzó con el renacimiento a mediados de los años 1400 parece estar en problemas. Se debe a que hay quienes ven el proceso de la democracia como un estorbo que no funciona a su favor.
Los Estados Unidos tienen suerte ya que es una nación de inmigrantes y varias culturas. Eso significa que hay facciones que no datan hasta el renacimiento. Su comienzo es más tarde. Por eso estos grupos traen con ellos la energía para superar la decadencia. Sólo necesitan una oportunidad.
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