La semana pasada un grupo de la organización Mile High Veterans visitó algunos de los sitios culturales más importantes de México. Entre las actividades fue una visita al edificio de Bellas Artes donde hubo una actuación por el famoso grupo de Ballet Folklórico de México de Amalia Hernandez.
Tener la oportunidad de asistir a una de sus actuaciones es un regalo que permanece en las sensibilidades de los que la presencian. Esta actuación no fue distinta ya que los bailes realizados superan los demás.
Presentados en la tarima fueron los sonidos de la América precolombina, la música del norte de México, la región Bajío que se centra en el estilo Jalisco y el arte jarocha de Veracruz. Tan distintos como los conceptos de música y baile eran, se enfocaban en un solo tema: el patriotismo.
La proyección del tema patriótico en la actuación se ejemplificaba en las canciones de la Revolución Mexicana. Como si hubiera un “jale” hacia las normas y los valores que el gran evento creó.
Al parecer México quiere volver a la vía de la cual se había desviado gradualmente durante los últimos años. Al parecer por eso la Revolución Mexicana es notoria en la música y los bailes del Ballet.
Eso va de acuerdo con las aspiraciones políticas del país como expresado por el voto nacional al principios del mes. También va de acuerdo con lo que el liderazgo mexicano llama la cuarta transformación
El término proviene del concepto de identificar momentos claves que cambiaron radicalmente la his- toria del país. La primera transformación se dio con el movimiento independentista de México en 1821.
La segunda transformación se dio con las reformas liberales guiadas en parte por el gran Benito Juarez entre los años 1858 y 1861. La tercera transformación es la Revolución Mexicana entre 1910 y 1917.
La cuarta transformación también parece basarse en la revolución y los ideales que salieron como resultado del encuentro sangriento. La idea de mejorar las vidas de las masas en clave en ambas transformaciones.
Hubo un segmento en la actuación del ballet folklórico en el que aparecieron las “adelitas”, las soldadas que lucharon al lado de los soldados en la revolución. Vestidas de negro y rojo, estas mujeres armadas me recordaron mucho de “Las Adelitas de Atzlán” en el ballet folklórico de Atzlán, que formaba parte de la organización Crusade for Justice en Denver.
El segment de las adelitas en el ballet mexicano simulaba una serie de emociones en torno a las realidades de la guerra. Primero está la amenaza agresiva con la violencia desafiante. Luego está el caos de guerra y una atmósfera casi carnavalesca de muerte y destrucción. En el tercero, el baile y la música aflojan el ritmo para inculcar una emoción profunda que representa la tristeza de la despedida y la necesidad humana de ser recordado.
La actuación del ballet empieza con los ritos mesoamericanos de la América precolombina que proporciona la fundación de la identidad mexicana. Entonces a lo largo de la actuación hay una tendencia de volver a ese concepto como contraparte del nuevo comienzo representado por la Revolución Mexicana y el compromiso que refleja de forma dramática.
El ballet folklórico en esta ocasión presenta los desarrollos contemporáneos de la vida social y política de México. Mucho del clima en este aspecto sugiere una dirección distinta para el país.
Hay una punta afilada en el Ballet Folklórico de México de Amalia Hernandez. Es así porque evoca el patriotismo y un nuevo comienzo.
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