Pensar en el Día de Independencia me lleva a uno de mis temas favoritos y que considero uno de los momentos más importantes en la historia estadounidense. Siempre he tenido el pensar que para mantener presentes esas memorias en mi mente, tengo que memorizar las palabras, frases o fechas que las mantienen vivas.
Estos lo hice con la Declaración de Independencia cuyas palabras al igual que las de la Constitución le dieron significado a mi interpretación del excepcionalismo estadounidense. Las 1,320 palabras de la Declaración de Independencia, sin contar el título y los nombres de los signatorios, es una lectura rápida que se puede dividir en tres partes con tomas que he memorizado.
La primera parte es un preámbulo poético que contextualiza la filosofía fundadora del deseo de separarse de Gran Bretaña. Tiene dos frases excepcionales que he cometido a la memoria. Thomas Jefferson, autor principal del documento, escribió la primera: “Cuando en el curso de los acontecimientos humanos se hace necesario para un pueblo disolver los vínculos políticos que lo han ligado a otro y tomar entre las naciones de la tierra el puesto separado e igual a que las leyes de la naturaleza y el Dios de esa naturaleza le dan derecho, un justo respeto al juicio de la humanidad exige que declare las causas que lo impulsan a la separación.”
Esta toma la sigue la declaración más poderosa del documento. Dice: “Sostenemos como evidentes estas verdades: que todos los hombres son creados iguales; que son dotados por su Creador de ciertos derechos inalienables; que entre éstos están la vida, la libertad y la búsqueda de la felicidad.”
Esa frase forma parte de un decreto más largo referente a los derechos de la gente para abolir un gobierno que se vuela destructor de su propósito original. Lo que sigue es el razonamiento para la independencia en la forma de varias quejas entre ellas la falta de representación política, los impuestos, las intrusiones del ejército británico, la inhabilidad de gobernarse autónomamente, la interferencia en la llegada de inmigrantes, y las barreras impuestas por la monarquía impidiendo expansión al oeste.
La tercera frase de la Declaración de Independencia que he memorizado es la última del documento. Es una declaración de lealtad a la causa que dice: “Y en apoyo de esta Declaración, con absoluta confianza en la protección de la Divina Providencia, empeñamos nuestra vida, nuestra hacienda y nuestro sagrado honor.”
Estas palabras hermosas que concluyen la Declaración de Independencia engloban la poesía de excelencia que los fundadores han regalado a cada generación de la población estadounidense. He visto, por ejemplo, el razonamiento para la separación de la unión declarado por los estados del sur que fue la base de la Guerra Civil y he descubierto que su declaración carecía de tomas inspiradoras y poéticas.
También he tenido la oportunidad de comparar y contrastar estos documentos con las palabras de la Declaración de Independencia y encuentro algo especial en la naturaleza de la declaración que la hace un documento apto para fundar nuestro país. Un ejemplo de comparación se halla en el concepto de los derechos de una gente libre de la declaración en contraste con el concepto de proteger la esclavitud que era la razón principal por la que los estados del sur buscaban separarse.
El 4o de julio es un momento de celebración con actividades al aire libre y fuegos artificiales que dramatizan nuestra herencia. También subraya la imagen de nuestra bander y sus colores rojo, blanco y azul. Las palabras de la Declaración de Independencia no siempre se toman en cuenta. Pero son poderosas.
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