¿Alguna vez has ido a una oficina pública a nivel local, estatal o nacional y no has obtenido lo que necesitabas? ¿Alguna vez has ido a una de esas agencias y has salido frustrado por todas las reglas y los requisitos de tiempo para procesar algún tipo de solución a tu problema?
Bienvenido al mundo de las instituciones. Puede ser un lugar extraño lleno de personas que se supone que deben ayudar y, sin embargo, a veces, sientes que no se hace nada o muy poco.
La última vez que tuve contacto con una institución necesitaba ayuda con un lote vacío para abrirle acceso a una calle. Me enviaron a varias oficinas que no pudieron ayudarme y finalmente me aconsejaron que contactara a mi concejal de la ciudad.
No hace falta decir que me enojé con el proceso y dejé de intentar resolver mi problema. Al mismo tiempo, el evento con la ciudad me hizo reflexionar sobre la naturaleza de las instituciones y por qué se comportan de esta manera.
Aprendí que las instituciones son creadas por el gobierno para servir al público y al mismo tiempo proteger y preservar los valores fundamentales. Mi pregunta era ¿por qué las burocracias asociadas con las instituciones parecen, a veces, favorecerlas por sobre la comunidad a la que sirven?
Una extensión de la cuestión está relacionada con los planes del presidente Trump de desmantelar lo que él llama el “estado profundo”, que se manifiesta en el trabajo de las instituciones públicas. Los planes implican no solo el reemplazo del liderazgo de las diversas instituciones como lo hacen todos los presidentes, sino también reemplazar a los funcionarios públicos en el futuro con agentes personalmente leales a él.
Al hacer planes para hacer esto, el presidente y sus expertos se están acercando a un reconocimiento de que las instituciones tienen vida propia que debe ser interrumpida. Además, los planes incluyen la eliminación de departamentos y agencias enteras como el Departamento de Educación y el Servicio de Impuestos Internos.
También aprendí que nuestras instituciones públicas se crean como parte de un orden constitucional. Comienza con un gobierno prescrito por la Constitución con el mandato de preservar y proteger los ideales delineados en su preámbulo, descritos en su cuerpo, su Declaración de Derechos y las otras Enmiendas adoptadas por el pueblo de los Estados Unidos a lo largo del camino.
A medida que el país pasó de ser una base agrícola por modernizarse para convertirse en una potencia económica mundial, la tarea de cumplir los mandatos de la Constitución se hizo más compleja. Esto requirió la creación de instituciones para servir a casi todas las áreas de la vida estadounidense.
Las instituciones públicas en todos los niveles deben, en primer lugar, adherirse a la Constitución como su compromiso principal. Por eso, quienes dirigen nuestras instituciones deben hacer un juramento a la Constitución como condición de servicio.
Esto también puede crear confusión en la población porque las instituciones sirven al pueblo, pero sólo a través de la vía indirecta de la adhesión a la Constitución. Esta disposición puede no resultar atractiva para el sentido de necesidad inmediata de uno.
En un contexto más amplio, tampoco resulta atractiva para una filosofía populista que esté dispuesta a dejar de lado los valores fundacionales en favor de la conveniencia política. Este parece ser el caso en los próximos cuatro años.
Estamos a punto de enfrentar una segunda ronda de ataques importantes a nuestras instituciones y su papel en la garantía de nuestro lugar individual y colectivo prescrito por la Constitución y sus enmiendas. Se puede decir que lo que está a prueba es la fortaleza y resiliencia de nuestras instituciones públicas y de nuestro orden constitucional.
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