El sábado 8 de marzo se celebró el Día Internacional de la Mujer. Estuve en la Ciudad de México y tuve la oportunidad de presenciar la mayor concentración de mujeres de mi vida.
Doscientas dos mil mujeres de todas las edades, de todas partes, se congregaron en el Monumento a la Revolución Mexicana y luego marcharon al Zócalo, la plaza nacional frente al Palacio Presidencial, para reclamar sus derechos de igualdad estructural en la sociedad mexicana. El color morado estaba por todas partes, junto con las pancartas y estandartes que proclamaban el deseo de mejorar las relaciones con los hombres de sus vidas.
Había tantas que, mientras la multitud caminaba por la famosa Avenida Juárez, junto a la Alameda, sobrepasó las zonas acordonadas y abrumó a los vendedores en las aceras. Fue un espectáculo digno de ver.
Al día siguiente, domingo 9, se produjo otro evento récord: aproximadamente 350 mil personas acudieron al Zócalo para escuchar un importante discurso de Claudia Sheinbaum Pardo, presidenta del país. Durante una de sus sesiones informativas diarias, Sheinbaum había prometido que ese domingo hablaría sobre la respuesta planeada de México a la imposición de un arancel del 25 por ciento a las importaciones mexicanas por parte del presidente estadounidense, Trump, entre otros temas comerciales.
Pero entonces, Sheinbaum mantuvo una conversación telefónica con Trump, tras la cual este decidió posponer el arancel hasta el 2 de abril. Así que, como no se ameritaba ninguna respuesta en ese momento, la presidenta Sheinbaum pidió celebrar el éxito de la diplomacia por el momento.
El movimiento nacional para cambiar la Constitución y los desafíos internacionales, como su relación de trabajo con Trump, ilustran el liderazgo del presidente mexicano en su máxima expresión. Sheinbaum ha aprendido a no dejarse intimidar por las bravuconadas, así como a mantener la unidad y el apoyo de la nación, que demuestra una aprobación superior al 80 por ciento de su administración.
Once de los 21 cargos del gabinete de Sheinbaum están ocupados por mujeres. Estas incluyen la importantísima Secretaría de Gobernación, que se encarga de los 32 estados, Medio Ambiente y Recursos Naturales, Energía, Anticorrupción y Buen Gobierno, Desarrollo Agrario y Urbano, Cultura, Turismo, Ciencia, Humanidades, Tecnología e Innovación, la Mujer y el Consejo Jurídico del Ejecutivo Federal.
El símbolo de la presidencia para 2025 es “Heroínas Indígenas.” Asimismo, la base conceptual de las prioridades del presidente mexicano se evidencia en el lema “Por el bien de todos, los pobres primero.”
La idea de brindar oportunidades efectivas que saquen a los pobres de la pobreza e impulsen al país a identificarse con su pasado precolombino, presente también en las comunidades indígenas de todas las regiones hoy en día, representa un cambio cultural profundo y continuo diseñado para preparar al país para un futuro sin la inseguridad que ha plagado las regiones conquistadas y colonizadas de las Américas.
Durante los seis años previos de su presidencia, el presidente Andrés López Obrador sentó las bases para el camino emprendido por la presidenta Claudia Sheinbaum, quien lidera a México desde un modelo eurocéntrico hacia un mundo interrumpido por la inmigración transoceánica hacia Oriente. En este proceso, Sheinbaum también ataca las disparidades de género que han sido parte integral de la historia mexicana.
La presidenta Sheinbaum personifica el épico cambio cultural y de género de una manera muy significativa. Esta representación encaja con su personalidad, ya que ha sido una activista social de toda la vida.
Sin embargo, en estos tiempos de inestabilidad amenazante, Sheinbaum ha dejado atrás su faceta activista y ha asumido el papel de una negociadora que promueve con serenidad la noción de colaboración sin subordinación. Es una mujer de su tiempo.
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