
El domingo 22 de enero de 2017, Kellyanne Conway, asesora del presidente Trump, apareció en el programa de noticias 60 Minutes y presentó “Hechos Alternativos” como un concepto legítimo en defensa de lo que se considera una “mentira” del secretario de prensa Sean Spicer sobre el tamaño de la multitud en la primera toma de posesión del presidente. El uso de “Hechos Alternativos” para contrarrestar la noción de precisión y verdad, al menos en la política y los medios de comunicación de la época, fue el principal tema de controversia en la confrontación entre Chuck Todd, el entrevistador de 60 Minutes, y Conway.
Ese evento fue lo que me vino a la mente cuando vi el retrato del presidente Trump creado por Inteligencia Artificial (IA) mientras el nuevo Papa era anunciado en su cadena. Esa fantasía, urdida tras la muerte del Papa Francisco, es un recordatorio de que, en el mundo de Trump, la acumulación de realidades alternativas es un lenguaje común.
La presentación del “Papa Trump”, quizás como una distracción pasajera de la debacle arancelaria, creó un eco que resonó en las creencias de Estados Unidos y del mundo. Esta creación, junto con una improbabilidad religiosa inimaginable, hizo que el Colegio Cardenalicio de Roma eligiera a un estadounidense de Chicago para dirigir la Iglesia.
Los comentaristas parecen perplejos ante la idea de que, dado que Estados Unidos ostenta la mayor influencia mundial, lo último en lo que se pensaría es en elegir a un estadounidense como Papa y aumentar esa presión. Sin embargo, al hacerlo, creo que los cardenales consideraron tanto la calidad del hombre como el papel real y simbólico que podría desempeñar para equilibrar una realidad impulsada por la alta tecnología, creada por un sentimiento de derecho por parte de quienes controlan Estados Unidos (¿y el mundo?) y sus aliados ricos y poderosos.
En primer lugar, Robert Francis Prevost eligió una trayectoria académica que se basa en los fundamentos de nuestra razón. Su formación académica muestra una dedicación primordial a un concepto tradicional de la verdad.
Su especialidad en la Universidad de Loyola fue matemáticas. Las matemáticas son el único lenguaje con sustancia que puede cuestionarse a sí mismo y llegar donde ningún otro puede.
Su noción de verdad puede medirse mucho más allá de la realidad elemental del ser. No puede ser derrotada por invenciones reales o imaginarias que repiten robóticamente el mensaje de alternativas inventadas.
En segundo lugar, su ministerio se basa en la lealtad al evangelio, la unidad, la paz, la justicia y la compasión. También es un llamado a la noción de tender puentes para que todos puedan verse como un solo pueblo.
En tercer lugar, al profundizar, el Papa León XIV aborda el tipo de Estados Unidos que está siendo disminuido y menospreciado por quienes en este país creen que “América Primero” es un concepto reservado solo para ellos. Entre sus antepasados se encuentran europeos como italianos, franceses y personas de color como haitianos y criollos, entre otros.
Es significativo que, en su primer discurso como Papa, León IV “comenzó en italiano, añadió algunas líneas en español y concluyó con la bendición tradicional en latín. No hablaba ni una palabra de inglés. Envió saludos a su antigua diócesis de Chiclayo, en Perú, pero no a su ciudad natal, Chicago, Illinois.
Fue con las personas marginadas del Perú que el Papa León XIV realizó una importante contribución a su ministerio. La misión en Chiclayo simboliza los elementos que forman las bases de su ministerio.
Esa es la misión que trae a Estados Unidos. Esa es la realidad que no presenta alternativa a la verdad.
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