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¿Cuándo es un criminal, un patriota?

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David Conde, Consultor Senior de Programas Internacionales

La historia es una explanada repleta de cambios dramáticos en las vidas de la gente y su tierra. Refleja la evolución de las civilizaciones que se fomentan como también su caída.

En cuanto a la “fomentación”, los agentes del cambio suelen ser opositores al estatus quo que aparecen en el momento oportuno para buscar una solución para el bien. En cuanto a la caída están los líderes que continúan no solamente empujando las ideas que ya no funcionan sino también implementan un estilo de “muro” que defiende el estatus quo.

Los que encuentren el éxito engendrando lo nuevo en lugar de aferrarse a lo antiguo, constituyen los fundadores de un nuevo comienzo. El Renacimiento del siglo 15 que estableció las civilizaciones occidentales en las que vivimos hoy, representa ese ciclo de un nuevo comienzo.

Los portadores de ideas que eventualmente abren las puertas del cambio son a menudo perseguidos en el momento incluso aquellas figuras grandes como Sócrates (que fue ejecutado), Platón y Aristóteles. El Renacimiento en Europa buscó redescubrir el pasado y esos tres, entre otros, y sus enseñanzas fueron prominentes.

El establecimiento de una nueva nación sigue un camino parecido ya que los opositores al estatus quo se vuelven una especie de criminal que busca usurpar la política actual para establecer algo nuevo. Un ejemplo se halla en el Motín del té, en el cual los participantes enfatizaban su disgusto contra los impuestos sin representación.

El Motín del té y la rebelión americana que buscaba la independencia de la monarquía británica, se veían a los ojos de los británicos como actos criminales merecedores del peor castigo. Sin embargo ese movimiento se volvió una parte sagrada de nuestra historia patriótica.

La Guerra Civil estadounidense presenta una variación del mismo concept que sigue surgiendo debate. El sur se apartó del la Unión debido a los desacuerdos en los temas de esclavitud y derechos estatales.

La Unión llevó a cabo la guerra a fin de preservar el país y ponerle fin a esos actos criminales. El sur luchó por su independencia y para continuar su estilo de vida con libertad.

Al final, perdió el sur. Se esperaría que los líderes del sur terminasen acusados por su parte en la rebelión como había ocurrido en otros países. Tal no fue el caso ya que el Presidente Lincoln quería ser generoso y “remendar las heridas” de guerra y no denigrar más los 11 estados que se habían unido a la Confederación.

Hay otra razón por la que el liderazgo sureño no recibió un castigo más duro, pero de ella no se habla mucho. El hecho es que esos oficiales y políticos luchaban por algo más grande que sí mismo en lugar de las ganancias personales.

Si comparamos los “criminales” en nuestra historia que se juzgan como patriotas al estado actual de nuestra política, vemos que faltan los ideales inspiratorios para nuestro futuro. Se ven reemplazados por la agenda que dictamina el beneficio individual.

Este es el ejemplo que Donald Trump nos extendió. Es un criminal, pero no uno que beneficie a todos, sino a sí mismo y sus excesos personales sin calidades redentoras.

Ese tipo de líder criminal es lo que empuja este país hacia la decadencia. No hay nada patriótico en querer más para uno mismo al costo de otros y quejarse de un trata- miento injusto cuando no se le dé.

Un patriota lucha por su país, no por sí mismo.

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