Por: David Conde
Un artículo reciente del Denver Post publicó los resultados de una encuesta sobre las preocupaciones de los latinos en esta temporada electoral. Como casi todos los demás, la preocupación número uno de la comunidad es la economía que ha generado una tasa de inflación del 8,3 por ciento y un aumento del 11,4 por ciento en el costo de los alimentos el año pasado.
La encuesta encargada por la Organización de Colorado para las Oportunidades de las Latinas y los Derechos Reproductivos (COLOR), COLOR Action Fund, Voces Unidas de las Montañas y Voces Unidas Action Fund reveló que la mitad de los encuestados “sintieron que su situación económica ha empeorado”. Estos parecen ser números importantes, especialmente para los republicanos que buscan ser elegidos y que en el 2018 atrajeron solo el 25 por ciento del voto latino. La noción de quitarle los votos latinos a los demócratas dado este entorno económico está elevando el rumbo de la publicidad en los medios.
Aunque todas las preocupaciones que normalmente afectaría una elección son legítimos, hay un problema mayor en este momento que puede hacer que una respuesta estándar sea algo irrelevante. Nuestra democracia, nuestro derecho al voto en los 50 estados y territorios, el derecho a contar con nuestra libertad y el derecho a estar libre de discriminación e intolerancia está en peligro creciente y eso debe abordarse antes que nada.
El 16 de junio del 2015, Donald Trump bajó las escaleras mecánicas de la Torre Trump para anunciar su candidatura a presidente con malicia en su corazón hacia la comunidad latina. Su intento de demonizarlo llamando a sus miembros criminales y violadores fue solo el comienzo de un plan estratégico para competir y enganchar a un segmento significativo del pueblo estadounidense en su causa neofascista.
Su complot tuvo éxito al aprovechar los temores basados en la raza asociados con quienes podrían ser los futuros administradores del país. Sus declaraciones ese día hablaron de una sensación de creciente amenaza demográfica y política de una comunidad latina que ha estado creciendo constantemente durante los últimos 510 años.
También hay algo de un despertar de esta población de una existencia estoica que ha aceptado tanto abuso en el pasado. Aunque el estoicismo latino se definió como una “persona que reprime los sentimientos o soporta con paciencia” citado por primera vez en 1579 y ha sido una parte importante de su carácter durante siglos, su aceleración de la asertividad con una voz eficaz se está convirtiendo en una presencia cada vez mayor en nuestra vida nacional.
Para los latinos y todos los demás, los esfuerzos por descarrilar la democracia y las instituciones democráticas son las mayores amenazas de toda esta temporada electoral porque sin ellas, todo lo demás importa poco. Entonces, la prioridad inmediata es sacar a Trump y a todos los conecta- dos con su liderazgo del camino para que el país pueda volver a su credo fundacional.
En cierto sentido, los latinos deben tomarse el tiempo para mirar de cerca un espejo enterrado que es su patrimonio y encontrar en él el impulso para cumplir su destino. No se trata solo de celebrar quiénes son, sino también de comprender que esta comunidad no puede interponerse en su propio camino mientras navega por el camino hacia una América renovada.
Encuestas aparte, la urgente necesidad política es enfrentar y vencer las fuerzas del fascismo y el autoritarismo. Si perdemos la guerra por nuestra democracia, perdemos el futuro.
Para los latinos más que para cualquier otra comunidad, nuestra herencia está estrechamente ligada al futuro de Estados Unidos. Este es el momento de luchar por ese futuro y construir sobre la visión de una América mejor expresada en palabras que describen el Sueño Americano.
Las opiniones expresadas por David Conde no son necesariamente los puntos de vista de la Voz bilingüe. Comentarios y respuestas se pueden dirigir a news@lavozcolorado.com
